Auto-Radiografía de mi Espiritu (19)

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ORACIÓN  DE PETICIÓN 

INTRODUCCIÓN

Presentamos nuestras peticiones a Dios, no para informarle de nuestras necesidades y deseos, sino para que nosotros mismos nos convenzamos de que necesitamos de la ayuda divina para tales casos.

            A veces se hace mal la oración de petición, porque se hace como queriendo doblegar la voluntad de Dios a la nuestra. Así, pervertida, la oración de petición es muy dañosa ya que apega más a las criaturas, obstina en la propia voluntad y no consigue nada. Además, genera dudas de fe, produce hastío y frustración, y conduce fácilmente al abandono de la misma oración. 

            Debemos pedir en el nombre de Jesús. Esto significa dos cosas: primera, orar al Padre en la misma actitud filial de Jesús, participando de su Espíritu.

Y segunda, pedir en nombre de Jesús, es decir, tomándole como mediador y abogado.

            En la oración nos dirigimos a Dios como hijos y con confianza filial le presentamos todas nuestras necesidades. El pedir, el suplicar es algo muy humano, ya que como creaturas no somos autónomos, sino que dependemos de la voluntad de Dios.

            Cuando experimentamos cualquier necesidad, parece que todo está perdido, nos angustiamos y sentimos la urgencia de rezar a Dios. La oración nos abre a la esperanza. do lo necesario

3.- ORACIÓN DE PETICIÓN

¿El tema de mi oración es preferentemente pedir?

Al pedir es siempre con el deseo de que yo haga su voluntad o de que Él haga la mía?

¿Lo hago sólo con los labios o lo pido con todo el corazón?

Cuando le pido cosas, ¿lo hago con fe profunda y humilde?

¿Lo hago en nombre de Jesús?

¿Pido su ayuda para ser cada día mejor hijo o hija de Dios?

¿Me fijo y aprendo de las peticiones, que las personas dirigen a Jesús en los evangelios?

¿Cuáles son las intenciones más frecuentes que dirijo a Dios y cuáles las que no suelo hacer o lo hago muy poco?

Las peticiones de orden espiritual: luz, fuerza, gracia… para vivir mejor mi relación con Dios y con los demás ¿son más frecuentes que las de orden material o lo son menos?

¿Pido a Dios que me aumente la fe, etc…?

¿Pido sólo por mí o también por los demás? ¿Por quién?

¿Pedimos apoyándonos en nuestros méritos?

PALABRA DE DIOS

(MT, 5, 13) Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 6 Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. 7 Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso.  8 No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. 9 Vosotros orad así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, 10 venga a nosotros tu reino,  hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, 11 danos hoy nuestro pan de cada día, 12 perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, 13 no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.

(Mt. 7,7-11) Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; 8 porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. 9 Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; 10  y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? 11  Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!

(Mc 14,5) 5Y, adelantándose un poco, cayó en tierra y rogaba que, si era posible, se alejase de él aquella hora; 36y decía: «¡Abba!, Padre:             tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres». 

(Lc.10,2). Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

 (Mt. 6,7) y cuando pedimos con sencillez, como él nos enseñó a hacerlo: «orando, no seáis habladores como los gentiles, que piensan que serán escuchados por su mucho hablar; no os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes de que se las pidáis»

(Rom. 8),26 Del mismo modo, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.

Sant 4,3 Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.  

(Jn 14,13; 15,16; 16,23-26; Ef 5,20; Col 3,17).

Gál 4,6; Rm 8,15; Ef 5,18-19),

(Rm 1,8;1,25; 2 Cor 1,20; Heb 13,15; Hch 4,30),

1Tim 2,5; Heb 8,6; 9,15; 12,24).