AutoRadiografía de mi Espíritu (22)

  • Autor de la entrada:
  • Categoría de la entrada:Novedades

6.- ORACIÓN DE OFRECIMIENTO

INTRODUCCIÓN

 ¿Qué sentido tiene ofrecer cosas a Dios?

¿Acaso Dios necesita algo de nosotros?  

¿Qué gana si yo le ofrezco algo?

¿Para qué le sirve que se lo ofrezca?

¿Acaso le hace algún bien a Dios?

Si la cuestión acerca del sentido y valor del ofrecimiento se plantea desde nuestra perspectiva utilitarista, es difícil de entender. Mirado así, efectivamente, no parece que pueda servir de mucho.

Pero la cuestión no es, qué gana Dios con mi ofrecimiento sino, qué gano yo con Él. Aquí radica la verdadera perspectiva. Si Dios me pide cosas que El no necesita, es porque este ofrecimiento me beneficia a mí en gran manera, sin embargo, yo sí las necesito.

Por tanto, y nos vendrá muy bien entender mejor qué sentido tiene ofrecer, para qué lo hacemos, qué pasa cuando lo hacemos y (qué es lo que realmente hacemos al ofrecer algo).

¿Por qué Dios quiere que le ofrezcamos sacrificios, ofrendas, etc…? Porque nos quiere, aprecia todo lo nuestro y desea que nos abramos a la gracia que este ofrecimiento nos depara.

Dios se complace en lo nuestro, quiere que le ofrezcamos lo que nos hace bien a nosotros.

El ofrecimiento convierte lo que hacemos en un acto de amor.
Al enriquecer el valor de lo que hago… enriquezco mi vida.
En nuestro caso, al ofrecer las cosas por amor a Dios, es ese mismo amor de Dios lo que les da valor.

El verdadero valor de las cosas es el que tienen a los ojos de Dios.

 

6.- OFRECIMIENTO

¿Tengo ideas claras sobre el valor del ofrecimiento?

¿Qué lugar ocupa en mi oración este ofrecimiento?

¿Qué es lo que ordinariamente suelo ofrecer?

¿Hago cada mañana el ofrecimiento de obras del día?

Al comienzo de cada día, ¿hago el ofrecimiento a Dios de todo lo que en él viva?

¿Acostumbro a ofrecer todo aquello que me cuesta vivir o realizar?

¿Creo que el valor del ofrecimiento depende de lo que hago o más bien del amor con el que lo hago?

¿Qué experiencias tengo sobre esta clase de oración?

¿Por quién o por qué hago el ofrecimiento?

¿Sé que puedo ofrecer no sólo lo que me cuesta, sino también lo que me agrada?

(Mt 2,11)   «Y entrando en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra».

(Rom 12,1)  «Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios, como obediencia racional».


( 1 Cor 13,3?  «Y si repartiera todos mis bienes en alimentos, y si entregara mi cuerpo para alcanzar la gloria, si no tengo caridad, de nada me sirve»
 (Ef. 5,2)   vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

(Heb. 7,27) Él no necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

(Heb. 10,12)   Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios

(Plegaria eucarística III)  Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de tu Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener tu ayuda.